domingo, 19 de junio de 2016

EL HOMBRE DE SU VIDA

Segundos, minutos, horas, días, semanas, meses, años...



Siempre se sitió sola y verdaderamente lo estaba. Pasaban los días poniendo una sonrisa falsa en su rostro, intentando distraerse, salir, reírse, pero llegaba el momento de volver a ese bucle, a su casa, donde nadie le preguntaba donde había estado, como había ido el día o si tenía hambre.
Tuvo que acostumbrarse a sentirse así, porque nada ni nadie iba hacerla evitar ese sentimiento frustrante, triste y cotidiano. Crecer sola. Hablaba sola conversaciones que podían durar lo mismo que una charla en un parque con tu mejor amigo o tu grupo de amigas, horas y horas, ¡Quien sabe? A lo mejor alguien la escuchaba mientras ella se desahogaba. Los días pasaban, ella se daba las buenas noches y los buenos días, ¿Quién se las iba a dar si  no? Había etapas en las que la mujer que la parió vivía con ella, pero de nada le servía vivir acompañada de alguien que también le hacia sentirse sola.
Envidiaba las familias de sus amigos, las sobremesas, las navidades, en fin, los hogares con familias que discutían pero no podían vivir los unos sin los otros.
Su casa estaba vacía, el silencio mataba y el tiempo pasaba lento y punzante si él.
Lágrimas caían, muchas de ellas con recuerdos de un pasado feliz con el hombre de su vida, un hombre que se lo hacía todo más fácil y la llenaba de vida. Fue como una condena, su condena, que tuvo que pagar sin merecerla. vivir sin la persona que más amaba en la vida, ¿Qué niño merece eso? ¿Quién está preparado para tal situación? 
Se hacía más fuerte día tras día, gracias a su música y sus ganas de afrontar la soledad de la mejor manera posible, aunque se le hacia insoportable llegar del colegio y que nadie la esperara para almorzar.
Más lágrimas caían... Se preguntaba como sería su vida si la viviera con ese hombre y se la imaginaba explendida, Pero no era posible, le tocó martirizarse por mucho tiempo.
Se acostaba sola, se levantaba sola... Ella no merecía eso.
De todas las veces que pensó en quitarse la vida, seguro nadie se hubiera enterado si lo hubiera hecho. 
Cada cosa que le pasaba, que le salía mal, cada cosa que le hacía sentir triste, todos esos bajones le conducían a los mismos recuerdos, a las tardes con él, a los momentos de correteos por la casa, a las cenas en la cocina, a las risas viendo la tv, anhelando cualquier cosa que tuviera que ver con él. Llena de carencias, sólo pedía poder volver a estar con él, de esa manera que tanto les gustaba, los dos juntos, disfrutaba con su presencia, no quería otra cosa que no fuera él. Ella lo admiraba como si fuera un héroe.
Su mejor amigo, su mejor diversión, la mejor persona que podía tener a su lado.
Nadie le preguntó, nadie se preocupó, nadie sabía el tormento que estaba por pasar esa niña.
Revivida por la música, muerta un millón de veces por dentro...
Tuvieron que separarse contra su voluntad, por cosas que pasan, aun así, ella le sigue echando de menos como el primer día que tuvo que recoger sus cosas e irse.
Ella ya es mayor, lo ve a menudo, menos de lo que le gustaría a ella, pero, todavía siente ese vacío permanente, esa condena de la que hablé antes, por no poder haber vivido a su lado, condenada a sufrir por ello toda la vida.
Segundos, minutos, horas, días, semanas, meses, años... Siempre en su mente. Siempre preguntándose que tan feliz podrían haber sido si hubieran seguido juntos hasta ahora, si hubieran compartido un hogar, una rutina como la que tenían, pero le tocó vivir en soledad, aceptar y sufrir lo sola que se sentía cada segundo, minuto, hora, día, semana, mes, y  año de su infancia, su adolescencia y su juventud. Cogía su coraza y su disfraz de felicidad y salía a la calle.

Recuerdos siguen atrapando su cabeza cuando la traicionan, cuando está sola, cuando se para a pensar por qué motivo no debería de irse a otro lado, donde no predomine ese dolor que tanto la lastima, recuerdos donde siempre sale él, como si de un trauma se tratase, produciendo llantos y llantos, unos recuerdos dulces por lo bonitos que eran, pero amargos porque no volverán. Personas donde ella busca tapar el vacío que dejó, pero nadie lo puede reemplazar.
Él es irremplazable, él es único, él es su padre. 




                               TE QUIERO PAPÁ.

1 comentario:

  1. Gracias, tu historia me inspiro a seguir luchando por mis hijos y mi matrimonio. Mi esposa ya no me quiere pero mis pequeños me adoran, tengo dos hijas y un hijo maravillosos... no me imagino la vida sin ellos, pero si de algo estoy seguro es que no dejare de luchar.

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